En el prólogo que Baden-Powell escribió para una de las obras esenciales de la bibliografía scout, "El sistema de patrullas", del malogrado Roland E. Philips, podemos leer que "los tres principios incluidos en la Promesa Scout son:
1º) El espíritu del deber hacia DIOS.
2º) La sujeción personal de uno mismo a la LEY SCOUT.
3º) El deber fraternal hacia EL PRÓJIMO.
En otras palabras, el fundador del Movimiento Scout reitera, como ya dijo en su libro de partida "Escultismo para muchachos", que los pilares básicos del Método Scout se fundamentan en Dios, la Ley Scout y el servicio a los demás. Es como un trípode mágico: si se rompe una pata, el trípode se cae y con ello el método entero; no sólo una parte del método, sino el método en sí. El problema es que hay quienes piensan que con dos patas, o incluso con una, siguen siendo un trípode. Si nos deshacemos de Dios o de la Ley, ¿no somos acaso simplemente unos buenos samaritanos?
En mi caso creo firmemente en las tres cosas, y en que las tres son inextirpables de este sistema educativo, que se constituyó en "escuela de ciudadanía" un siglo antes de que en España esta materia se convirtiera en asignatura escolar de nueva creación. No es una cuestión de "actualizar" ni "revisar" el Escultismo, ni "adaptarlo" a nuestros propios deseos; es una cuestión de disciplina con uno mismo y de respeto al legado de Baden-Powell.
lunes, 15 de febrero de 2010
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